En Filosofía la eficacia se define como «la capacidad de la causa eficiente para producir su efecto». En una Hermandad la “causa eficiente” serán las actividades y procesos que ésta organiza, orientados a alcanzar los fines de la hermandad, y el “efecto” deseado es el cumplimiento de esos fines.
Dado que los fines de una hermandad, de cualquier hermandad, son la mejora de sus hermanos mediante la práctica de la caridad, la formación y la celebración del culto público, la eficacia de una hermandad se habrá de medir comprobando en qué medida esas actividades han incidido en la mejora de los hermanos.
En el día a día de las hermandades se corre el peligro esas actividades en metas absolutas, en un fin en sí mismas, cancelando del horizonte su finalidad. Un ejemplo muy sencillo: la realización de una tómbola tiene como finalidad conseguir fondos con los que los hermanos puedan ejercitar la Caridad. Los resultados de la tómbola no se medirán -o no se medirán solamente- por el importe en metálico obtenido, sino por el crecimiento en la virtud de la Caridad de los hermanos que se han acercado a ella. De la misma forma que el responsable de formación no se debería sentir satisfecho por haber organizado, por ejemplo, tres conferencias o sesiones de formación, sino por el impacto que éstas hayan podido tener en la mejora de la formación doctrinal de los hermanos. De no ser así los más brillantes proyectos se tornan en traiciones a los fines de la Hermandad.
Cuando la Hermandad se ordena a la perfección de sus hermanos y al servicio a la Iglesia, se alcanza la eficacia. Sin embargo en ocasiones, por no desentonar con el ambiente, se comienza a no ser coherente con los principios y deslizarse hacia la búsqueda de la certeza subjetiva, de la utilidad inmediata, de la aprobación ajena y el aplauso de los demás, tomando como criterio de actuación el qué dirán, deformando la propia conciencia de los responsables de las Juntas de Gobierno y cayendo en la tentación de inclinarse hacia el lado en que es más fácil recoger sonrisas y cumplidos, lo que supone, en el mejor de los casos, inclinarse hacia el lado de la mediocridad.
En ocasiones puede ser bueno distanciarse un poco del día a día, reunir a la Junta de Gobierno en una situación informal, no en un Cabildo de Oficiales, para analizar cómo van las cosas, hacia dónde va la Hermandad, si se están cumpliendo realmente los fines de la misma y en qué habría que modificar el rumbo, si fuera necesario. Sin rectitud de intención equivocamos el camino.
Autor: Ignacio Valduertéles.
Publicado: Boletin Archidiosesis de Sevilla.
Autor: Ignacio Valduertéles.
Publicado: Boletin Archidiosesis de Sevilla.
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